Para producir música nos servimos de los sonidos y también de los silencios, que son la ausencia de sonido. Por eso tenemos figuras musicales para representar la duración de los sonidos, y también sus correspondientes silencios, que representan la duración de los mismos. La figura del silencio la utilizamos en música para medir la duración de una pausa.
Pero no todos los cuerpos sonoros producen sonidos agradables. Por eso hay que distinguir entre sonido y ruido, siendo ruido todo aquel sonido que nos parece desagradable o molesto.
Aunque puede resultarnos molesto o, por lo menos, no tan agradable como otros sonidos, también utilizamos el ruido para producir música. Encontramos partituras en las que aparecen sonidos de campanas, látigos, disparos, trinos de pájaros y otras cosas mucho más extrañas como pianos llenos de tornillos y canicas para modificar su sonido.
En la Obertura 1812 de Tchaikovsky, escuchamos sonidos de campanas y cañones durante la obra. Aunque en los auditorios se suelen utilizar unos enormes bombos sinfónicos para imitar el sonido de los cañones y campanas bastante más pequeñas que las de las iglesias, en varias ocasiones se ha interpretado la obra con cañones y campanas reales.