El timbre es la cualidad del sonido que nos permite identificar qué cuerpo sonoro ha producido un sonido.
Podemos distinguir entre instrumentos de diferentes familias (violín y trompeta), instrumentos dentro de una misma familia (saxofón y clarinete), instrumentos que pertenecen al mismo tipo (saxofón soprano y saxofón tenor), e incluso las distintas formas de tocar un mismo instrumento (violín con arco o pizzicato).
Dentro de una misma familia de instrumentos los timbres serán muy parecidos, como también se parece nuestra voz a la de nuestros familiares.
Las voces humanas también tienen distinto timbre. Es muy fácil distinguir entre la voz de un hombre y la de una mujer. Pero también podemos distinguir y reconocer a nuestros amigos o familiares cuando hablan, aunque no los estemos viendo.
El sonido característico de los objetos también lo podemos distinguir por su timbre, ya que reconocemos un lapicero cayendo al suelo, el tintineo de unas llaves o un balón botando.
Para poder distinguir el timbre de un instrumento, una voz humana o un objeto, deberemos haberlo escuchado con anterioridad varias veces para aprender a reconocerlo. Es por eso que reconocemos mucho mejor el timbre de un violín que el de una balalaika rusa, o la voz de nuestro padre que la de, por ejemplo, nuestro dentista, al que sólo vemos una vez al año.
El timbre está determinado, en parte, por el material que produce el sonido. Los instrumentos de percusión construidos en madera tienen un timbre parecido (castañuelas, caja china, claves...), y lo mismo pasa con los construidos en metal (crótalos, triángulo, cascabeles...). Igual ocurre en las familias de viento madera, viento metal, cuerda...
Maurice Ravel compuso su famosísimo “Bolero” para experimentar con el timbre de los instrumentos de la orquesta. En esta obra se repite la misma melodía una y otra vez, pero interpretada cada vez por distintos instrumentos o combinaciones de instrumentos.