
Cecilia logró que su marido respetara su virginidad y se convirtiera al cristianismo.
Valerio fue bautizado por el papa Urbano, y, junto con su hermano
Tiburcio, también convertido, dio sepelio a los mártires de la
persecución de Turco Almaquio. Denunciados por esta práctica, ambos
hermanos fueron decapitados.
Cecilia fue también denunciada y condenada a ser
arrojada al fuego de las termas de su propia casa, pero salió ilesa.
Turco Almaquio ordenó entonces que fuese degollada; Cecilia, herida tres
veces con el hacha, expiró tras tres días de agonía. El papa Urbano,
ayudado por sus diáconos, enterró a la mártir y consagró su casa como
basílica.
El culto de Santa Cecilia de Roma se difundió
ampliamente a causa del relato de su martirio, que la ensalza como
ejemplo de la mujer cristiana. Una frase del acta de su martirio, según
la cual Santa Cecilia cantó durante el tormento, le valió ser patrona de
los músicos. Las agrupaciones musicales, coros y orquestas la celebran
como patrona el 22 de noviembre.